Como budista que era, María Martínez —más conocida como «María del Himalaya»— creía en la reencarnación. En un momento de gran sufrimiento existencial, la creencia en la reencarnación la empujaba hacia el suicidio como una salida fácil a esa situación de dolor. El tentador la animaba: «Confía, suicídate, y espera a ver qué te dan en la siguiente vida». En su encuentro con Jesús de Nazaret, María vivió su juicio personal y comprendió de golpe que la reencarnación no existía. Se encontró con que no se «reencarnaba», sino que era condenada como consecuencia de sus actos libres. Y vio cómo ella misma, con sus mentiras, había conducido a otras muchas almas a la condenación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario