Juan Diego Fuentes buscaba algo que le llenara. Indagó en lo que ofrece el mundo de la Nueva Era, yoga, reiki…, pero experimentó que cuanto más se metía en esto, más se vaciaba. Conoció a su mujer —católica y practicante— y, en un viaje providencial a Medjugorje, sin quererlo ni buscarlo, se encontró con Dios misericordia, Dios amor, Dios vivo que está con nosotros. Este encuentro fue la raíz de un cambio radical y del descubrimiento de que solo Dios puede llenar el vacío del corazón.
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